Imagínate que vas a nadar en aguas abiertas, surfear un par de olas, o simplemente ir a la playa y no te apetece llevar ni smartwatch, ni móvil, ni cartera, pero te apetece tomarte una cerveza después de tu actividad ¿Cómo pagar en el establecimiento si todo lo que llevas encima es tu bañador? En la solución a ese problema pensaron los fundadores de la empresa Rikki, y el resultado fue un anillo en el que puedes meter tu tarjeta de crédito, se puede mojar y no necesita recarga.
Está fabricado con cerámica hipoalergénica de alta resistencia a golpes, caídas y al agua hasta una profundidad de 50 metros, y cuenta en su interior con un chip NFC de seguridad bancaria, certificado por Visa y MasterCard, que encripta los datos para que nunca queden expuestos. Vinculándolo a una o más tarjetas bancarias de la Unión Europea, podrás echarte al agua, jugar un partido de pádel o hasta correr una maratón sabiendo que llevas encima lo esencial. Porque no necesita recarga de batería, por lo que, llegado el momento, siempre estará listo para pagar en cualquier negocio del mundo que acepten Visa o MasterCard Contactless. Basta acercar el anillo a la máquina contactless y pagar (para costes mayores de 50 euros piden el pin), y si se pierde puede ser bloqueado desde la aplicación del móvil.
El anillo Rikki está inspirado en el minimalismo japonés y sirve a doble propósito, por un lado facilitar las actividades deportivas outdoor y por otro refugiarse de la tecnología que nos abruma cada día: “Creo que la dependencia del móvil ocupa demasiado espacio en nuestra mente y en nuestro día a día, y genera tanto ‘ruido mental’ que nos priva de poder disfrutar del entorno en que vivimos. La tecnología tiene que ser invisible y no intrusiva, y estar disponible para servirnos”, explican sus creadoras, Elena Yorda y Elena Fuenmayor.
El anillo Rikki tiene un precio a partir de 110 euros y puede ser adquirido en su tienda online.